Jane es viuda, tiene 40 años y 3 hijos. Fue la primera
keniana sobre la que escribí y prueba de ello es que fue una de las
protagonistas del estreno de este blog. Hoy, ella misma habla, se expresa y desvela
un pedacito de su vida. Era, sin duda, el mejor modo de inaugurar una sección
de entrevistas.
¿Cuándo y dónde naciste?
Nací en el campo, en casa. No había médico, ni hospital,...
Así es como lo hacían y no pasaba nada. La mujer tenía sola al bebé. Y después
todo iba bien. No tuve más hermanos, pero mi madre se volvió a casar y nacieron
otros bebés.
Aquello fue lejos de la ciudad, ¿cuándo decidiste mudarte a
Nairobi?
A los 15 años vine a la capital a buscar un trabajo como
limpiadora. Otras mujeres viajaron conmigo. Empecé en un hotel en Limuru y es
allí donde conocí al que sería mi marido. Él era chófer. Nos hicimos amigos y
después nos casamos. Yo tenía 16 años, era muy joven, y él 25.
¿Fue una gran celebración?
No, no teníamos dinero para una misa o una ceremonia. Él
regaló una vaca a mis padres y esa fue la señal de que estábamos casados.
¿Qué pasó después?
Nos mudamos al slam de Kawangware y a los 20 años tuve a mi
primera hija. Trabajé en un huerto durante algún tiempo y tras nacer nuestra
segunda niña me fui a vivir con una señora kikuyu que me contrató. Mi marido se portaba mal.
Bebía, llegaba a casa, gritaba... Aunque nunca me pegó.
Aquella mujer me ayudó mucho, me dio una casa con dos
habitaciones, pagaba el colegio de las pequeñas,... Pero se marchó a América y tuve que regresar.
¿Cómo fue la vuelta?
Fue buena. Él estaba mejor y me quedé embarazada de mi
tercer hijo, Kevin. Sin embargo, el alcohol le había hecho daño y al tiempo enfermó. Fuimos al hospital pero no podían hacer nada, su cuerpo estaba débil.
Durante 3 años no salió de casa y yo cuide de él.
¿Cómo fue su muerte?
Triste: que no fuera un buen marido no lo hizo más fácil.
La vida y Dios.
¿Qué te preocupa?
No tener mi propia casa. Estuve viviendo con aquella señora y
nunca tuve mi hogar. Cuando ella se fue, empecé de cero, alquilé un sitio, compré los
muebles... Ahorro para ponerla bonita. Ya tengo sillas y aunque la cama no está
bien hace poco una de mis hijas me regaló un colchón muy bueno.
¿Qué te hace llorar?
Pensar que mis hijas no se casan con un buen marido y que mi hijo no consigue un buen trabajo. Que no puedan ayudarme cuando sea mayor. Sueño con que algún día compren un pequeño
huerto y me construyan una casa donde vivir. No me gusta la idea de no tener un lugar cuando envejezca.
¿Qué piensas de Dios? ¿Es bueno?
Sí. Cada domingo voy a misa para dar gracias por la semana:
porque he trabajado bien, no he estado enferma...
¿Y nunca te enfadas con él? ¿Ni siquiera cuando se llevó a
tu marido o cuando te ha faltado dinero?
No. Con Dios no te puedes enfadar. Es su trabajo, el lo
trajo y él se lo llevó. Si me falta algo, rezo y se lo pido. Dios siempre es
bueno.
Qué sencillez ante la penuria y la falta de medios. Dios ha puesto en el corazón de las personas la verdadera sabiduria. No hace falta ir a la Universidad para ser sabio, aunque no está mal si se puede, claro.
ResponderEliminarYo quiero regalarle una cama a Jane para que ponga en ella su estupendo colchón.
Queda entre nosotros.
Besos a mis tres chicos