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17.4.13

Julius


Julius tiene treinta y pocos y un gran sentido del humor. Bajito, rapado y camba trabaja fregando platos y cubiertos en una cocina. Ataviado con su uniforme habitual: una camiseta vieja del Milán y unos pantalones negros que aprieta con un cinturón a modo de saco, se mueve ágil mientras seca la vajilla o repasa el suelo.


Casado hace siete años y padre de un hijo, cuenta que ahora va a lanzarse a por la niña. "Aunque en mi familia sólo tenemos chicos". Algo borrachín en ocasiones bebe más de la cuenta y su mujer se enfada y le grita "cosas que no me gustan". Pero Julius, siempre pacifista, evita cualquier problema. "Y si ella se crece, yo me hago más pequeño y me duermo".

A pesar de todo, nunca llega tarde ni aparece cansado o malhumorado. Al contrario, Julius canta a pleno pulmón o cuenta chistes que amenizan el rato de todos los que trabajan con él. Habla al jefe con respeto y tímido, frotándose las manos de tal modo que resulta imposible no sonreírle o darle una palmada.

Cuentista, cómico y exigente, Julius se divierte entre vasos sucios y cacerolas con ugali pegado. Entre largas horas de pie y camareros que le miran con desprecio. Pero poco le importa. Sonríe a la vida y sabe que así, ésta le sonríe de vuelta. 

Las fotos no son las mejores pero prefiero que las personas de las que escribo aparezcan en sitios "reales" más que en paisajes increíbles (aunque a veces las dos cosas coinciden!) ;)) 




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