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23.4.13

O. y el ordenador


(O. nunca había usado un ordenador. Pero llegó el día.)
Tímido arrastra una silla de madera frente a la pantalla. Serio y concentrado mira al amenazante aparato y agarra el ratón inseguro. Coloca los dedos estirados sobre él de forma que le entorpecen e impiden mover el cursor arriba y abajo.

Tras escuchar las explicaciones, coge impulso, se mueve en su asiento y de nuevo se agarra al ratón. Despacio busca una "f" o una "s", se pierde en el espacio y olvida cómo borrar. Pero sigue. Tenaz y valiente.

Poco a poco aparecen letras delante de él y aquel espacio vacío y callado ya puede leerse y contarse. Los ojos permanecen fijos en la hoja de papel que le sirve de modelo y rápidamente se mueven al ordenador temerosos del olvido. Lento, agarrotado pero satisfecho nota cómo de repente el brazo se relaja y esa base llena de letras y números ya no le parece tan extraña. 

Imagina que un día todo ese universo se convierte en normal, que el sonido del teclado y los clics de ratón se transforman en una melodía cotidiana y que su mundo, quizá, quepa dentro de esa pantalla.  






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