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26.4.13

"Con Dios no te puedes enfadar"


Jane es viuda, tiene 40 años y 3 hijos. Fue la primera keniana sobre la que escribí y prueba de ello es que fue una de las protagonistas del estreno de este blog. Hoy, ella misma habla, se expresa y desvela un pedacito de su vida. Era, sin duda, el mejor modo de inaugurar una sección de entrevistas.

¿Cuándo y dónde naciste?
Nací en el campo, en casa. No había médico, ni hospital,... Así es como lo hacían y no pasaba nada. La mujer tenía sola al bebé. Y después todo iba bien. No tuve más hermanos, pero mi madre se volvió a casar y nacieron otros bebés.

Aquello fue lejos de la ciudad, ¿cuándo decidiste mudarte a Nairobi?
A los 15 años vine a la capital a buscar un trabajo como limpiadora. Otras mujeres viajaron conmigo. Empecé en un hotel en Limuru y es allí donde conocí al que sería mi marido. Él era chófer. Nos hicimos amigos y después nos casamos. Yo tenía 16 años, era muy joven, y él 25.

23.4.13

O. y el ordenador


(O. nunca había usado un ordenador. Pero llegó el día.)
Tímido arrastra una silla de madera frente a la pantalla. Serio y concentrado mira al amenazante aparato y agarra el ratón inseguro. Coloca los dedos estirados sobre él de forma que le entorpecen e impiden mover el cursor arriba y abajo.

17.4.13

Julius


Julius tiene treinta y pocos y un gran sentido del humor. Bajito, rapado y camba trabaja fregando platos y cubiertos en una cocina. Ataviado con su uniforme habitual: una camiseta vieja del Milán y unos pantalones negros que aprieta con un cinturón a modo de saco, se mueve ágil mientras seca la vajilla o repasa el suelo.

15.4.13

Charles



Charles anda desgarbado y siempre le acompañan una sudadera roja y unas botas camel de montaña. Fue uno de los primeros a los que conocimos al llegar aquí y quizá por eso le guardo especial cariño. Sonrío al acordarme de su peculiar forma de hablar dejando siempre los dientes a la vista y añadiendo al final de cada frase una risilla cantarina.

8.4.13

Un campo de fútbol



Pies descalzos persiguen un balón arriba y abajo de una alfombra verde. Huele a lluvia, césped y cuero mojado. Se oyen gritos, empujones y caídas en el barro. Camisetas de la selección española, del Inter de Milán, del Real Madrid.... forman una equipación diferente y desigual que no causa peleas.

5.4.13

Michael Oloo


Michael Oloo trabaja en la cocina de un restaurante español. Bajito y silencioso es cocinero y filósofo a partes iguales. Con media sonrisa, ojos rasgados y profundos lee dentro de cada persona y posee ese encanto difícil de imitar.

Es el mayor entre sus compañeros por eso le respetan aunque les haga reír con sus ocurrencias y fallos entre los fogones. Sus manos ágiles y concienzudas limpian unos calamares mientras su cabeza permanece lejos del agobio de platos que chocan, zuecos que resbalan o aceites que se queman durante el servicio. Michael no pierde la calma. Además, con cincuenta y cinco años no tiene miedo de aprender, ni de que su maestro sea casi tres décadas más joven que él.

3.4.13

La lluvia


La lluvia en Kenia es tristeza y alegría.

Es barro arrastrando sueños y hojas frescas de acacia esperando a una jirafa.

1.4.13

Elphas


Elphas es limpiador. Pequeño y sonriente barre arriba y abajo de una cuesta, arranca malas hierbas o recoge las hojas caídas en el jardín. Siempre ocupado, viste bata azul marino y unas zapatillas de deporte varios números mayores que su pie. 
Como toda compañía carga un palo con algunas ramas de pino enganchadas que convirtió en su particular escoba.

Comedido, entrañable, su virtud es la de hablar oportunamente y escuchar sin cansarse. Aunque algo distraído a veces, saluda amable a todo el que pasa por su lado mientras delicado plancha con esmero manteles y servilletas que luego dobla y coloca en la estantería.

Agradecido y padre de familia tiene un corazón sencillo que no se avergüenza de pedir a su jefe que le reserve 1000 chelines todos los meses para ahorrar.
- Si me los quedo, los gastaremos - dice sonriendo.

A última hora del día con las manos ya secas y arrastrando los zapatones, se quita la bata y marcha en búsqueda de un matatu que le lleve hasta el que es su hogar. Un lugar donde por fin se descalza, ríe a carcajadas, juega con sus nietos y llora de emoción. Un lugar en el que Elphas el limpiador es Elphas y nada más.