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25.3.13

Nuestra calle


La calle en la que vivimos no es una gran avenida ni un espacioso paseo. No tiene aceras ni semáforos. No forma parte de ningún casco histórico y en ella no hay hombres y mujeres de negocios, tiendas que abran sus escaparates temprano, bares que sirvan churros a primera hora o ruidos de coches que anuncien que ya es lunes.

Nuestra calle es una carretera de doble sentido llena de baches, gravilla y agujeros. Arbustos de buganvillas cuelgan de las paredes de algunas urbanizaciones mientras un jardinero con botas de plástico anda pensando en sus cosas. A mitad de camino unos grandes árboles forman una bóveda por la que cruzan coches, niños que vuelven de la escuela, una señora haciendo footing o un keniano paseando a dos san bernardos.


Grandes arbustos, jardines y tierra pintan nuestra calle de verde, fucsia y naranja. Algunos días el afilador espera en una esquina a que señoras con pañuelos de colores anudados a la cintura lleven sus tijeras y cuchillos.

En Grevilea Grove, los troncos sirven de poste para anunciar una casa que se vende o un brujo que resuelve problemas de amor. Casi al final una mama con cuatro dientes despliega un pequeño tenderete sobre un cartón apoyado en el suelo donde ofrece cacahuetes, caramelos, mangos y plátanos.

La calle en la que vivimos te invita a pasear las mañanas soleadas de domingo y
mancharte los zapatos. A saludar con un jambo a un guarda que perezoso se tumba en el césped de la casa que cuida. A recordar en qué momento las avenidas, paseos, aceras y semáforos dejaron de ser necesarias.










1 comentario:

  1. Escribes fenomenal....me imagino paseando por ahi... Que fotazas!

    El afiladooooooorrrrr!

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