Ebanista, carpintero y alma bohemia lo convierten en un artesano lento que
disfruta con el olor de la madera o viendo cómo las astillas se desperdigan por
el golpe del martillo. Sus manos manchadas de barniz agarran firmes un cincel con
el que dibuja grecas en la caja de algún musungu caprichoso.
La
historia de Peter comienza en Mozambique y acaba en Kenia donde se casó y vive desde
hace más de 15 años. Criado en portugúes, entiende bien el español y chapurrea
una mezcla de las dos lenguas que tanto me recuerda a Galicia, el mar y esa
famosa morriña.
Desordenado
y un poco caótico Peter muestra un álbum de fotos viejo y manoseado con imágenes
de un pedazo de la que es su "obra". Cerca, encuentras a veces a su hijo que se
fija en él en un intento desesperado por no perderse ni uno de sus gestos y quizá
continuar algún día con ese taller callejero.
Tras
cerrar el trato del que será su próximo proyecto Peter sonríe travieso dejando
entrever unos dientencillos. Le brillan los ojos. Su arte le da de comer. Luego
vuelve a la mesa de trabajo repleta de hojas y tierra, a su mundo... entre murmurios de madeira e sal...
Qué manera más bonita de dar a conocer la vida de unos y otros en un continente tan maltratado incluso por ellos mismos.
ResponderEliminar¡No me puede gustar más este blog!¡Gracias por hacernos sentir África y vuestra vida tan cerca!
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